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Por qué le debe preocupar al sector productor el despilfarro de alimentos

Pocas cosas son más eco-ilógicas que tirar alimentos y recursos escasos, caros y vitales. Si quieres razones, en este artículo encontrarás unas cuantas.

Publicado en la Revista Ae edición nª46, sobre Biodiversidades en Producción Ecológica.

La FAO estima que un tercio de los alimentos que se producen en el mundo no llegan al plato del consumidor, lo que supone 1.300 millones de toneladas… ¡cada año!. La UE contribuye con 90 M Tm, de los que 8 corresponden a España. Eso supone 26 M kg semanales, sólo en la fase de consumidor final.

Aunque la mayoría de los estudios suelen cargar la responsabilidad sobre el consumidor final, el despilfarro se produce a lo largo de toda la cadena alimentaria (gráfico nº 1 y 3).

En la fase de producción, el análisis del Grupo Operativo EIP-AGRI apunta a que supera el 10% de la producción agrícola europea. El publicado por WWF lo sitúa en un 40%, lo que añadiría 1.200 MTm a los 1.300 MTn iniciales. Entre ambas estimaciones se sitúa el 23% (gráfico nº 2) y el 32% (gráfico nº 1).

Gráfico 1. Distribución del despilfarro de alimentos en la cadena alimentaria. Datos UE.

Gráfico 2. Distribución de las pérdidas de alimentos en la cadena alimentaria por continentes. Fuente: Instituto de Recursos Mundiales. Datos FAO.

Gráfico 3. Pérdidas de alimentos por tipo de alimento. Datos FAO.

Qué supone para el productor

El despilfarro de alimentos implica tirar a la basura todos los recursos utilizados para su producción. Así, se dedican 1.400 M ha a producir alimentos que nunca alimentarán a nadie, 250 km3 de agua dulce (el consumo de agua de todos los hogares del mundo), millones de barriles de petróleo y que generan 3.300 M Tm de CO2 (el tercer emisor tras EEUU y China).

Actualmente el sector agroalimentario se encuentra en una encrucijada. Se le exige que produzca más cantidad para atender una demanda creciente, empleando menos insumos (suelo, agua, fertilizantes, fitosanitarios, energía, ayudas, etc…), con menores impactos y precios.

Ante estas exigencias, el productor se ve obligado a intensificar su producción, incrementando las dosis de insumos o adquiriendo costosas tecnologías que, si bien permiten producir algo más, habitualmente incrementan los costes de producción y reducen los márgenes de cada unidad producida.

Esta intensificación presiona a estos recursos escasos y cada vez más caros, incrementa los problemas medioambientales (erosión del suelo, contaminación de aguas o emisión de GEIs) y pone en riesgo la producción en el futuro, incluso a corto plazo. Es más si dejáramos de producir lo que se tira, el sector lograría los aparentemente “inalcanzables” objetivos de sostenibilidad que plantea la estrategia “Del Campo a la Mesa”.

El sistema alimentario basa su eficacia (que no su eficiencia) en un volumen de producción abundante, al menor coste posible y en un precio barato para el consumidor. Todo ello presiona al productor, que se ve obligado a reducir su renta si quiere ser competitivo. En demasiadas ocasiones, aboca al abandono de la producción, con las nefastas consecuencias que acarrea.

El despilfarro de alimentos también implica el desprecio del trabajo del productor (algo que debería doler a cualquier profesional) y del propio alimento.

En definitiva, toda esta dinámica no beneficia al productor. Quizá haya otros que ganen con la sobreoferta que presiona los precios, con la venta de más insumos o la especulación de los alimentos rebajados a “commodities” en las bolsas de futuros.

Causas

Sería muy largo relacionar las causas que provocan este problema a lo largo de toda la cadena, pero sí podemos mencionar algunas de las más importantes, como inadecuado almacenamiento; transporte o procesados excesivos; roturas de la cadena de frío, confusión entre fechas de caducidad y consumo preferente, especulación y/o cambios en los mercados; compras superiores a las necesarias, falta de reaprovechamiento en cocina, rechazo de productos por estética o sobrantes en la restauración, entre otras.

En la fase de producción, obviando las mermas inevitables producidas por plagas o clima, se producen perdidas por cuestiones de mercado (caída de precios), sobreproducciones para cumplir con contratos, innecesarios condicionantes estéticos, o en el caso más extremo, recurrir a la destrucción de producciones por falta de mercados o para mantener los precios.

Prevención y concienciación

Gráfico 4. Jerarquía de aprovechamiento de alimentos

Tras este problema subyace una falta de conciencia de su gravedad y la necesidad, urgente, de tomar medidas para prevenirlo, en la que tiene mucho que hacer y exigir el sector productor.

Para prevenirlo es necesario actuar en los primeros eslabones de la cadena, si es posible en la fase de producción, donde aún no se han añadido los costes de transporte o manipulación. Y en todos los casos, hacerlo siguiendo la jerarquía de aprovechamiento (gráfico nº 4).

El despilfarro a lo largo de la cadena termina perjudicando al propio productor, que debe hacer valer su trabajo y sus productos. Una de las causas es el precio final de los alimentos, que sólo supone un 15% de la renta familiar de un consumidor medio, lo que conlleva una depreciación de su inestimable valor real. Es decir, induce a confundir valor y precio.

En resumen


Al sector productor sí le debe preocupar el despilfarro de alimentos en toda la cadena, incluyendo la fase de producción, a fin de poder seguir produciendo alimentos y hacerlo de forma más sostenible ecológica, económica y socialmente.

Como se expone en:     

www.DespilfarroAlimentario.org,

nos hemos acostumbrado a disfrutar de alimentos sanos, nutritivos, seguros, variados, accesibles y demasiado baratos. Por eso se debe concienciar a la sociedad de que los alimentos son un milagro al que demasiados no tienen acceso, tanto en los países enriquecidos como en la mayor parte de un mundo malnutrido (2.000 M de personas no tienen una alimentación adecuada, de los que 900 M sufren hambre).

Desde esta perspectiva, el derroche de alimentos, en cualquiera de sus formas o fases, es una auténtica aberración. Y, además, antiecológica.

> 29 de septiembre, Día Internacional de concienciación sobre las pérdidas y el desperdicio de alimentos

Con motivo del trámite parlamentario del proyecto de Ley para la Prevención y Desperdicio Alimentario, un conjunto de activistas y organizaciones de desarrollo, de consumo, ecologistas y juveniles aglutinadas bajo el colectivo #LeySinDesperdicio, pedimos al Legislativo que apuesten por una ley valiente que aborde este fenómeno responsable del 10% de los gases GEI y el despilfarro del 21% de todo el consumo de agua dulce del planeta.

Para ello, el colectivo #LeySinDesperdicio ha sostenido reuniones con diversos grupos parlamentarios de la Comisión de Agricultura, Pesca y Alimentación del Congreso, como el Grupo Socialista, el Grupo Popular, Unidas Podemos o el Grupo Plural. A todos ellos les hemos trasladado la necesidad de mayor ambición en el abordaje de esta problemática. No podemos permitirnos perder la oportunidad de contar con una ley innovadora y referente a nivel europeo. Es urgente que la ley sea aprobada en esta Legislatura, no puede quedarse en un cajón.

El colectivo #LeySinDesperdicio demanda que el proyecto de ley no se quede en un cajón y que sea más ambiciosa para afrontar el problema con eficacia (leysindesperdicio.org).

Por “una ley contra las pérdidas y el desperdicio alimentario valiente y efectiva de verdad”, te animamos a firmar la petición en:

https://mailchi.mp/enraizaderechos/leysindesperdicio

Referencias bibliográficas:

Estrategia MAPA “Más alimento, menos desperdicio”: www.menosdesperdicio.es

EIP AGRI “Reducción de pérdidas de alimento en campo”. https://bit.ly/3zHhkj6

WWF. “Directo a la basura: el impacto de la pérdida global de alimentos en granjas”. https://bit.ly/2WLxaKQ

Libro “Despilfarro. El escándalo global de la comida” 
https://bit.ly/3h4jWQI y video https://bit.ly/38Ke1LX (subtítulos en castellano)

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REVISTA AE 46. “BIODIVERSIDADES EN PRODUCCIÓN ECOLÓGICA”.

Invierno 2021.

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