
- Ecologismo + Feminismo no es Ecofeminismo
- Ecofeminismo y ética del cuidado amplían el concepto de cuidado feminista
- Agroecología, Ecofeminismo y Desarrollo Sostenible
- Decrecimiento de la alimentación globalizada e incremento de la alimentación responsable agroecológica
- Decálogo de la Alimentación Agroecológica Ecofeminista
Ecologismo + Feminismo no es Ecofeminismo
Ecofeminismo no es la suma de ecologismo y feminismo sino una revisión teórico-práctica de los fines compartidos. Su principal aportación es identificar las lógicas de supra y subordinación que operan en el dominio antropocéntrico del ser humano sobre la naturaleza y los otros (animales), el dominio androcéntrico de los hombres sobre las mujeres y el dominio colonial-capitalista de unos países, pueblos, razas y clases sociales sobre otros. Estas lógicas implican invisibilización, violencia y explotación de la parte dominante sobre la parte dominada. El capitalismo se desarrolla resignificando la lógica de dominación colonial, patriarcal y antropocéntrica, subordinando a la lógica del beneficio toda la actividad humana y despreciando los límites de la naturaleza y los daños sobre la salud de las personas, animales y ecosistemas.
La actividad ecofeminista muestra la inviabilidad de un sistema destructor de la naturaleza -incluida la naturaleza humana- y la fuerza de la cooperación y la ética del cuidado para revertir ese proceso. Actúa mediante la crítica-teórica a la subordinación del trabajo, la naturaleza y los cuidados respecto al capital y su cultura y de las mujeres respecto a los hombres y 2) desde la crítica-práctica: colectivos ecofeministas en movimientos campesinos, urbanos, e iniciativas de economía social que defienden la universalización de los cuidados, la producción, distribución y consumo de alimentos ecológicos, la seguridad y la soberanía alimentaria, la ética del cuidado y la igualdad entre hombres y mujeres.

El ecofeminismo agroecológico pone el centro de gravedad en la alimentación agroecológica. Alimentación es una tarea de cuidados que implica producir, distribuir, comprar y cocinar alimentos para nutrir, dar salud y placer. La alimentación industrializada, en lugar de dar salud, causa enfermedad. Agricultura y ganadería aumentan su productividad en base a: autoexplotación campesina y/o de población inmigrante precaria; químicos y hormonas que disminuyen la fertilidad del suelo y proporcionan alimentos desvitalizados cargados de tóxicos y contaminación o destrucción de los ecosistemas, originando zoonosis como el coronavirus que nos asola.
La modernización de las pautas alimentarias, la mecanización de ciertas labores domésticas e y la incorporación de las mujeres al trabajo asalariado han favorecido la mercantilización de la alimentación y el trabajo doméstico en forma de servicios de comedor, restauración, lavanderías, tintorerías, etc.
Una parte del trabajo de cuidados es trabajo asalariado precarizado para mujeres inmigrantes (Federici, Silvia; 2012). Aunque comer fuera del hogar ahorra tiempo de compra, preparación y limpieza y la comida industrializada ahorra tiempo de cocina, como: “la menor presencia de las mujeres en casa -en todos los estratos sociales- tiene como consecuencia un aumento del consumo de productos industrializados -dentro y fuera de casa- por parte de l@s niñ@s” (Siliprandi, Emma; 2004), la salud infantil y de todos se resiente. La enfermedad aumenta la medicalización y el trabajo de cuidados. El ahorro de tiempo y dinero en alimentación se convierte en más tiempo y dinero para cuidar personas enfermas.
“La enfermedad de los suelos es simétrica a la enfermedad humana. Con la industrialización, mercantilización y globalización de los alimentos aumenta la desnutrición y el hambre, se agotan los suelos, contaminan las aguas y enfermamos. La Transición Nutricional de las sociedades industriales no garantiza la seguridad alimentaria. Se generalizan hábitos alimentarios basados en alimentos procesados cargados de azúcar, grasas y proteínas de baja calidad responsables del aumento de obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, autoinmunes y cáncer. Al reducir en nuestra dieta vegetales, cereales integrales y legumbres, descuidamos la flora intestinal que protege nuestra salud. Con la crisis económica crecen y se combinan desnutrición y malnutrición. La alimentación procesada y cargada de químicos nos enferma más, aumentando la medicalización y el trabajo de cuidados en salud.
Agricultura industrial, Transición Nutricional (Madorrán, M Dolores et al. 2012) y mecanización de algunas tareas domésticas, no han favorecido la igualdad entre hombres y mujeres. Han perpetuado la división sexual en las labores del campo y, a pesar de la incorporación de las mujeres al trabajo asalariado, éstas siguen asumiendo –mayoritariamente- la responsabilidad y el trabajo de cuidados. La alimentación industrializada y globalizada ha supuesto más negocio para las empresas, más mercantilización y precarización del trabajo doméstico y más enfermedades alimentarias que incrementan el trabajo de cuidados.” (Conclusiones Ecofeministas, IX Congreso SEAE; 2014).
Ecofeminismo y ética del cuidado amplían el concepto de cuidado feminista
El cuidado feminista es una actividad recíproca entre seres humanos. El ecofeminismo amplía el cuidado al mundo natural. Sin embargo, en las relaciones de las personas con la naturaleza no hay esa reciprocidad inmediata, salvo en el caso de los animales. Aunque, no de forma inmediata, cuidar la naturaleza nos cuida.
Al preocuparse de problemas que afectan a toda la población, a la naturaleza y al metabolismo de ésta con la sociedad, el ecofeminismo promueve relaciones de respeto y reconocimiento de los seres humanos y no humanos (los otros). Al extender el concepto del cuidado al mundo natural pasamos de “to care of” (cuidar) a “to care about” (pre-ocuparse de): “poner toda nuestra atención y energía en la diferencia y el vínculo con el otro ser supone desarrollar la inteligencia emocional o sistema límbico, desplegar actitud y motivación para sentir, conocer, valorar y percibir, de manera amorosa, las diferencias en uno mismo y en el otro, ya sea otro ser humano o la naturaleza. Cuidado en esta acepción nos permite valorar mejor, actuar y razonar moralmente de acuerdo con el desarrollo de nuestra personalidad sin necesidad de borrar las diferencias. En la ética del cuidado no solo actúa el yo racional, implica emociones, empatía y persigue la auto-construcción de una persona integral con todas las dimensiones humanas (Warren, Karen. 2010). El cuidado de la naturaleza aumenta la propia capacidad de cuidar a las personas para garantizar bienestar humano y, al tiempo, garantizar la sostenibilidad de los ecosistemas, es decir, la salud del planeta y de sus habitantes. Esta dinámica produce y reproduce de forma ampliada una intersubjetividad entre mujeres y hombres, razón y emoción, igualdad y diferencia; cuidados y justicia, individuo y comunidad, política y ética.
Agroecología, consumo responsable y feminismo discurren en terrenos compartidos para construir igualdad entre hombres y mujeres y visibilizando y repartiendo las tareas de cuidados.
Agroecología, Ecofeminismo y Desarrollo Sostenible
Al igual que los eslabones de la cadena alimentaria, los Objetivos de Desarrollo Sostenible son interdependientes entre sí. La alimentación es un proceso cuyas etapas (producción, circulación y consumo) se engendran recíprocamente. La producción agroecológica necesita del consumo responsable y viceversa. Así mismo, la Agroecología y el Consumo Responsable necesitan distribución, logística y transporte congruentes con sus principios. La Alimentación Agroecológica requiere cooperación -y no competitividad- entre todos los eslabones de la cadena alimentaria. Los 17 ODS y sus 169 metas (aprobados por NNUU para la Agenda 2030 de instituciones internacionales, gobiernos y sociedad civil) comparten con la Alimentación Agroecológica su carácter integral, universal y transversal. Al recoger la interactuación de Economía, Sociedad y Naturaleza consideran, además de las informaciones expresadas en términos monetarios, las dimensiones éticas, ecológicas, sociales, culturales y de género.
En esta actividad cotidiana, compleja y diversa se entrecruzan el espacio público de la participación y organización cooperativa y el espacio privado de la alimentación y el cuidado. Desde la Agroecología y el Consumo Responsable impulsamos la organización colectiva como responsabilidad pública de las acciones privadas para ejercer el cuidado de nuestra alimentación y de las personas con las que vivimos, pero también para sostener a quienes nos procuran los alimentos y a la naturaleza que lo hace posible. Un proceso de ida y vuelta hacia lo público y lo privado que evidencia lo que tienen en común la defensa ecologista de la naturaleza, la dignidad animal y la salud humana con la defensa feminista de la dignidad y derechos de las mujeres.
El consumo responsable y la producción ecológica para construir sistemas alimentarios agroecológicos basados en la seguridad, la salud y la soberanía alimentaria son aspectos de un movimiento social capaz de restaurar la huella ecológica y contribuir al cierre de la brecha metabólica entre campo/ciudad, trabajo manual/intelectual, producción/reproducción, sociedad/naturaleza y ciudadanía/cuidadanía.
Aun sabiendo que campesinas, jornaleras, consumidoras, no somos iguales ni estamos en el mismo lugar, nuestra lucha ecofeminista por la soberanía alimentaria debe ser convergente, apoyándonos unas a otras y construyendo sororidad.
Decrecimiento de la alimentación globalizada e incremento de la alimentación responsable agroecológica
La Alimentación Responsable Agroecológica cuida la salud mediante frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos ecológicos -que tienen más nutrientes, carecen de tóxicos y cuidan la flora intestinal-. Reduce el consumo abusivo de azúcar, alimentos procesados y proteína animal; reconoce a las dietas ecológicas vegetarianas y veganas y la producción ganadera ecológica extensiva que protege el territorio; impulsa la transición ecológica para hacer efectivo el derecho a una alimentación saludable, suficiente, sostenible y digna para todas las personas y todos los pueblos. Asume el respeto animal y la protección de la biodiversidad, la fertilidad de la tierra, el agua, el aire y el equilibrio territorial.
La alimentación agroecológica, en el contexto de los ODS contenidos en la Agenda 2030 no subordina la producción y reproducción de la vida humana y la naturaleza al beneficio económico. Es una actividad económica basada en relaciones recíprocas de cooperación y cuidados y responsabilidad compartida entre el campo y la ciudad. Un Sistema Alimentario Agroecológico necesita cooperación, igualdad de género y cuidados en toda la cadena de valor: producción, transporte, distribución, cultura nutricional y campesina, consumo, cocina-gastronomía, escuela y restauración colectiva.
“El consumo responsable no puede avanzar sin visibilizar el trabajo de las mujeres agricultoras y sin reparto del trabajo de cuidados entre hombres y mujeres, tanto en el campo como en la ciudad.
La responsabilidad compartida entre agroecología y consumo responsable, el reparto de cuidados y la igualdad jurídica -y real-en la economía familiar entre hombres y mujeres son condiciones para la agricultura campesina agroecológica, la vida rural digna, la seguridad y la soberanía alimentaria. ” (Panel de Agricultura Familiar Género y Ecofeminismo del IX Congreso de SEAE. Vitoria 2014)
Decálogo de la Alimentación Agroecológica Ecofeminista

La Alimentación Agroecológica es capaz de alimentar al mundo, revertir la Huella Ecológica y reducir la Brecha Metabólica entre el campo y la ciudad. Sus condiciones de posibilidad son:
1) Agroecología y Consumo Responsable,
2) Igualdad de género, reparto de cuidados y educación en una ética del cuidado no sexista, ni racista, ni xenófoba, ni colonialista, ni antropocéntrica.
3) Trabajo digno y precios justos,
4) Respeto a los animales,
5) Seguridad Alimentaria, Principio de Precaución y Soberanía Alimentaria,
6) Alimentos Ecológicos de Temporada, Cercanía y Circuitos Cortos de Distribución,
7) Economía Circular, Residuos Zero y Transición Ecológica Justa,
8) Economía Social Cooperativa,
9) Educación Alimentaria y ecocomedores y
10) Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Citas y referencias
Referencias bibliográficas:
- Federici S. 2013. Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas”. Ed. Traficantes de Sueños. Madrid. 286 pp.
- Siliprandi E. 2004. Políticas de segurança alimentar e relações de gênero. C. debat; 11:38-57.
- Madorrán DM, Montero P, Cherakoui M. 2012. [en línea] “Transición nutricional en España durante la historia reciente”. En Revista Nutrición Clínica y Dietética Hospitalaria 2012; 32 (supl. 2): 55-64. https://revista.nutricion.org/PDF/Transicion-nutricional.pdf [consulta 26/8/19]