
Pilar Galindo. La Garbancita Ecológica, Soc. Coop. Consumo Agroecológico.
El concepto de ‘transición nutricional’ explica la generalización de hábitos alimentarios enfermantes: disminución del consumo de alimentos ricos en hidratos de carbono complejos y fibra (pan, cereales, pastas, legumbres, patatas) a favor de los que contienen azúcares refinados, lácteos y otros productos de origen animal. (Madorrán et al 2012).
“Con la industrialización, mercantilización y globalización de los alimentos aumentan la desnutrición y el hambre, se agotan los suelos y enfermamos. La transición nutricional de las sociedades industriales no garantiza la seguridad alimentaria. Se generalizan hábitos alimentarios basados en alimentos procesados. Con la crisis económica crecen y se combinan desnutrición y malnutrición”. (Galindo, P. Cruz, F. Sabate A., Siliprandi E. 2014).
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
La FAO se propone luchar contra la inseguridad alimentaria que afecta a la mayoría de la humanidad pero, al hacerlo desde la industrialización y mundialización de la agricultura y la ganadería, se convierte en el brazo humanitario del “libre comercio” de alimentos. Con la excusa del hambre, las mismas multinacionales responsables de la inseguridad alimentaria promocionan transgénicos, ganadería industrial y producción masiva de frutas y verduras de alta precisión en invernaderos.
Las multinacionales alimentarias controlan la oferta de alimentos y modifican nuestros hábitos de consumo desplazando la Dieta Mediterránea a favor de alimentos procesados. Las políticas de la FAO, el FMI, el BM y la UE cuestionan cualquier medida de protección alimentaria, social y ambiental que limite la concentración de recursos agrícolas y alimentarios en manos de los grandes inversores. El Acuerdo de Libre Comercio entre la UE y EEUU (TTIP) pretende poner el Derecho a la Seguridad y la Soberanía Alimentaria en manos de tribunales especiales para la protección de las multinacionales.
Alimentación de calidad y alimentación agroecológica
La verdadera alimentación saludable (que combina nutrición, salud, cuidados, seguridad y soberanía alimentaria) es la alimentación ecológica porque: a) no emplea químicos que afectan a la salud de suelo, agua, aire, plantas, animales y personas; b) proporciona alimentos recién recolectados, de temporada y cercanía, plenos de vitalidad y nutrientes, y en circuitos cortos de comercialización; c) respeta la fertilidad de la tierra y los organismos del suelo que aportan vitaminas y minerales y hacen los cultivos resistentes a plagas y enfermedades; d) cierra el ciclo de la energía complementando ganadería y agricultura: el estiércol y los restos de cosecha se compostan para devolver la fertilidad a la tierra; e) potencia la biodiversidad de especies garante del equilibrio ecológico y la salud de las cosechas frente a las plagas; f) dignifica el trabajo y la vida en el campo; y g) asegura, en responsabilidad compartida, precios justos para agricultores y asequibles para consumidores.
Alimentación ecológica hoy
España, en vanguardia de la producción agroecológica europea, está a la cola en consumo, debido a un círculo vicioso: 1) no hay distribución eficiente, lo que dificulta el consumo interior; 2) la debilidad del consumo desincentiva los proyectos de distribución; 3) la educación alimentaria y nutricional es escasa y poco consecuente; 4) la publicidad abusiva, a favor de alimentos desvitalizados y repletos de químicos, promueve hábitos alimentarios nocivos mediante recompensas organolépticas y neurológicas para fidelizar a l@s consumidor@s, especialmente a l@s niñ@s; y 5) cuando el 5% de la producción ecológica se comercializa en canales cortos y la gran distribución controla la mediación entre productor@s y consumidor@s, se debilitan los atributos de la agroecología.
Romper este círculo vicioso supone: 1) educación en el “trabajo del consumo responsable”; 2) investigación y difusión de cultura alimentaria nutricional, agroecológica y ecofeminista; 3) creación de proyectos cooperativos en responsabilidad compartida de agricultor@s, ganader@s, artesan@s, logistas, tiendas, consumidor@s, familias, profesores, nutricionistas y profesionales de la salud; y 4) desarrollar mercados locales y circuitos cortos para la producción, distribución y consumo de alimentos ecológicos.
¿De qué se responsabiliza el consumo responsable?
El consumidor consciente sabe que, lo que ahorra en precio, lo pagará con creces en salud, agotamiento de los recursos naturales, contaminación, despoblamiento del campo y fortalecimiento de las multinacionales del agronegocio. El consumidor no informado comprará el alimento mercantilizado, globalizado e industrializado con etiqueta ecológica porque, además de no tener químicos, es más barato.
Sólo una minoría de consumidor@s adquirimos alimentos ecológicos, de temporada y procedencia local. Si queremos formar parte de la solución, debemos: a) cambiar nuestras pautas alimentarias, adecuándolas a los alimentos ecológicos de temporada y cercanía; b) crear cultura alimentaria agroecológica, nutricional y de cuidados, y transmitirla a la sociedad, especialmente al medio escolar; c) emprender cooperativas innovadoras de responsabilidad compartida entre productor@s y consumidor@s; d) construir mercados locales y circuitos cortos de distribución para facilitar a la población el acceso a verdaderos alimentos ecológicos; e) reducir la huella ecológica y cerrar la brecha cultural y metabólica entre el campo y la ciudad; y f) combatir el desembarco de grandes capitales en el mercado agroecológico, que comparte todos los paradigmas de la agricultura convencional, excepto el uso de químicos.
Investigación-Acción-Participativa desde un Consumo Responsable Agroecológico.
El consumo no es la última secuencia del proceso de producción y distribución de alimentos. La agroecología es premisa, pero también resultado del consumo responsable. El cierre de la brecha metabólica campo/ciudad que propugna la agroecología requiere algo más que actores mercantiles que sólo buscan optimizar su utilidad.
En SEAE abordamos las diferencias entre agricultura convencional y ecológica. Pero no hemos desarrollado herramientas teóricas que nos permitan distinguir entre consumidor/a de mercado y consumidor/a responsable agroecológico, promocionar a éste último y a través de la educación y la creación de mercados locales agroecológicos, transformar hábitos alimentarios enfermantes en saludables.
La investigación agroecológica necesita de la psicología, antropología, economía y sociología para comprender y revertir la construcción social del consumidor de mercado.
REFERENCIAS:
Galindo, P (2015) “Agroecología y consumo responsable, dos aspectos del mismo proceso”. II Encuentro estatal de Grupos de Consumidores de Productos Ecológicos. Pizarra. Nov 2015. http://www.lagarbancitaecologica.org/?p=10377
Galindo, P. et. Al. (2012) “Seguridad Alimentaria y Consumo Responsable agroecológico. El caso de los GAKs y la Garbancita Ecológica”. XIII Congreso Internacional de Sociología Rural. Lisboa 29 de julio-4 agosto 2012.
Galindo P, Cruz F, Sabaté A y Siliprandi E. (2014) “Agroecología y Género. Ecofeminismo en el XI Congreso de SEAE”. Revista Tachai 46. Pag. 56-57.
Madorrán, DM, Montero P, Cherakoui M. 2012. Transición nutricional en España durante la historia reciente. En Revista Nutrición Clínica y Dietética Hospitalaria 2012; 32(supl. 2): 55-64.