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Macrogranjas: impunidad ante la contaminación del agua

Este modelo de ganadería intensiva, lejos de contribuir al desarrollo de las zonas rurales, demuestra ser contaminante, precario e insostenible. A pesar de las evidencias, cuenta con el beneplácito de muchas Administraciones y Gobiernos regionales en este país. Pueblos Vivos Cuenca lo cuenta en este artículo para Ae.

La ganadería intensiva o industrial, popularizada con el término “macrogranjas”, es un modelo de ganadería contaminante, precario e insostenible, responsable de la pérdida de biodiversidad, del aumento de la deforestación, de incrementar el riesgo de sufrir epidemias, de aumentar la despoblación, de desarrollar una mayor resistencia a los antibióticos, y de graves problemas de salud debidos a la contaminación del agua, de la tierra y del aire por los altos niveles de nitratos y amoníaco que generan.

Este modelo ha cambiado la manera de producir carne en España. Mientras antes se distribuían entre pequeñas y medianas granjas familiares, ahora se hacinan miles de animales encerrados en naves, sin ver la luz del sol, sin poder desarrollar sus instintos, sin el menor respeto a su dignidad. Estas instalaciones están altamente tecnificadas, generando así poco empleo –y destruyendo el existente en la zona-, con el fin de conseguir la máxima producción de carne en el mínimo tiempo posible. Se trata de una carne low cost que en su mayoría se exporta a China, país que sufre los efectos de una epidemia de peste porcina africana, situación que muchos especuladores han aprovechado para invertir.

Son varios los países del norte de Europa que han reducido notablemente su cabaña porcina cumpliendo la legislación ambiental que dicta la Unión Europea; legislación que, por otro lado, España incumple año tras año. Decir que en 2019 se criaron en España 31.246 millones de cerdos, siendo el tercer exportador mundial de porcino, solo por detrás de Estados Unidos y China.

Cerdos que producen millones de metros cúbicos de excedentes de purines, que son considerados, en muchos casos, como un “abono natural”, beneficioso para mejorar el contenido en materia orgánica de unos suelos muy mineralizados, y en los que investigadores de la Universidad de Zaragoza han demostrado que “en aquellas regiones con una alta densidad ganadera, es posible que se genere un déficit de tierras y de recursos hídricos que puedan degradar toda la materia orgánica disponible”. Por tanto, en vez de incorporarse al suelo, estos purines, al tener un alto contenido en agua por ser mezcla de los excrementos sólidos y líquidos del ganado, mezclados con antibióticos, aguas residuales procedentes del lavado de la explotación con productos químicos y de los restos de alimentos de los animales, pasan a las aguas subterráneas contribuyendo a su contaminación

A lo que habría que sumarle las ingentes cantidades de agua que necesitan, un problema que también les preocupa a los expertos de la Fundación Nueva Cultura del Agua. Según reflejan en su informe, en este tipo de explotaciones “diez cerdos consumen tanta agua como una persona”. Agua que precisamente es obtenida de los acuíferos de la zona, en muchos casos declarados en “mal estado cuantitativo” (sobreexplotados) o “mal estado químico” (contaminados) por la elevada presencia de nitratos en el agua y en los habría que atajar los vertidos de nitratos para asegurar la recuperación de la zona. Pero nada más lejos de la realidad, ya que en dichas zonas se siguen dando luz verde a dichos proyectos, y en la mayoría de los casos incumpliendo las normativas vigentes.

Esta problemática fue denunciada por Pueblos Vivos Cuenca con la publicación del informe de 2019 “Macrogranjas en las zonas vulnerables de Cuenca”. El mismo expone que se siguen autorizando macrogranjas en zonas vulnerables a la contaminación por nitratos incumpliendo sistemáticamente la Directiva 91/676/CEE. De hecho, la Unión Europea tiene abierto un expediente sancionador contra España por no haber sometido a una eficaz vigilancia y control por la contaminación los residuos agrícolas y ganaderos que están filtrando sobre los acuíferos. La consecuencia de tal negligencia es que hasta el 46% de las masas de agua subterránea de España padecen la contaminación por nitratos. Lo que ha dado lugar a que muchos pueblos de la geografía española estén sin agua potable.

Una Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, avala la gravedad de esta situación: “…las aguas de consumo público de Torrejoncillo del Rey están contaminadas por los nitratos procedentes de los purines y estiércol originados por las granjas de cerdos y vacas de la empresa autorizada, no siendo apta para el consumo humano…”.

Estas prácticas no son un hecho aislado en la provincia de Cuenca, la ganadería industrial suele realizar vertidos ilegales y descontrolados, como el denunciado en febrero de 2020 por Pueblos Vivos Cuenca en el municipio de Yémeda (en la fotografía), en el cual también hubo un rebasamiento de la pileta de purines por falta de responsabilidad del empresario y una dejadez de funciones de la JCCM, la cual nos tiene acostumbrados.

Pero las ilegalidades no terminan en esto. Hay macrogranjas en la provincia de Cuenca que funcionan sin la concesión de agua correspondiente, como es el caso de la instalada en Almonacid del Marquesado a la que se le abrió un expediente sancionador por la propia Confederación Hidrográfica del Guadiana. Otras en las que hacen sondeos ilegales, como es el caso de la macrogranja proyectada en Almendros, denunciada por el propio Ayuntamiento; o la de Villanueva de la Jara, cuyas instalaciones están proyectadas a 350 metros del pozo de abastecimiento de agua de Quintanar del Rey.

A pesar de que la JCCM ha sido apelada en múltiples ocasiones por Pueblos Vivos Cuenca para que cumplan sus funciones, nos encontramos con el gran escollo que origina y promueve la impunidad de la contaminación del agua: procedimientos de evaluación ambiental ficticios y ausencia de controles efectivos de las macrogranjas y tierras donde se vierten los purines. Todos los días Pueblos Vivos Cuenca hace públicas en sus redes sociales un sinfín de resoluciones que demuestran la dejadez de la Administración. En ellas se ha observado que se conceden autorizaciones ambientales a proyectos sin planes de gestión de purines o que directamente incumplen perímetros de protección de las aguas o bien con tierras sin permiso de los titulares o presentan pendientes dificultando la inyección de purines. Hay también autorizaciones ambientales sin la concesión del uso del agua, otras que falsean el número de cabezas de ganado reales para calcular a la baja la necesidad de agua de la explotación o reducir la cantidad de purines que generan. Además, lo realmente preocupante es que se hace caso omiso a las denuncias interpuestas por vertidos descontrolados de purines, el rebasamiento y las fugas en las balsas de purines, dejando a la suerte la protección de nuestro bien más preciado: el agua.

Desgraciadamente, este es un modelo que nos empuja al colapso y cuenta con el beneplácito de muchas Administraciones y Gobiernos regionales en este país, en el que anteponen los intereses particulares de determinadas empresas y el suyo propio, al interés general y al cuidado del agua y del medioambiente.

Referencias:

Rebolledo Gajardo B. 2014. Vulnerabilidad del territorio a la contaminación por nitratos de origen agrario: desarrollo y aplicación del modelo paramétrico IVNA-LSP. Universidad Zaragoza.

Pueblos Vivos Cuenca. 2019. Macrogranjas en zonas vulnerables de Cuenca. Informe. 

Canal de Telegram: https://t.me/PueblosVivosCuenca 

Stop Ganadería Industrial – https://stopganaderiaindustrial.org

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