Desde bien pequeño, el vínculo que une a Marc con el ganado y la agricultura es muy profundo. Marc cuenta que “en vez de jugar a fútbol o ir en bicicleta, me iba a buscar al pastor escuchando los cencerros de las ovejas, para saber dónde estaba. Aparecía allí y me pasaba las tardes con él, era como mi recreo”. Un día, su padre apareció en casa con 16 cabras murciano-granadinas: “debía tener unos 10 años, era muy pequeño, pero ya empezó a motivarme toda la historia. Mi familia me decía que estudiara veterinaria o bien que me hiciera agricultor de cereal, que el pastor está muy desvalorizado… pero yo siempre tuve en mente ser pastor”.
La familia de Marc amplió el rebaño hasta llegar a tener 300 cabras, pero con un manejo muy alejado de la realidad de hoy día: “animales productivos, estabulados, comprando prácticamente la totalidad de la comida…”. Sus hermanos se dedicaron algún tiempo, pero finalmente lo acabaron dejando. “Yo todavía era jovencito, unos 16 años, no me veía seguro para llevar todo el proyecto adelante, pero tenía claro que quería hacer un cambio de visión en el tipo de producción”.
Estudió en la Escuela Agraria de Manresa como técnico en producción agroecológica y al terminar la formación “me embarqué con las cabras, a realizar la transformación a ecológico”.
Junto a Carla (su pareja), decidieron pedir la ayuda de incorporación al medio agrario y abastecerse económicamente para construir la quesería. Así nació La Cabreria.
Además, se convirtió en un reto cambiar la rutina de las cabras: “el primer día que abrí la puerta del corral, no querían salir” y sus cualidades para el pastoreo eran muy escasas “estabuladas toda la vida, con las ubres caídas, acostumbradas a servirles comida… salir a pastar era muy difícil”.
Poco a poco realizaron una selección genética procurando preservar los carácteres apropiados: “Nos quedamos con 100 cabras. Solo hijas no muy grandes, con ubres recogidas, fáciles de alimentar y que quisieran a la cría”. No seleccionaron aspectos productivos, dado que el objetivo era mejorar la autonomía de los animales y facilitar el pastoreo.
Paralelamente, construyeron el obrador y empezaron a elaborar sus primeros quesos. “La mayor parte de la leche la vendíamos, pero de vez en cuando, nos la quedábamos para hacer pruebas”.
Las horas dedicadas de un pastor en cualquier rebaño… son muchas: “difícilmente tenía tiempo de hacer algo más, como el queso”. Para revertir la situación, su primera estrategia de mejora fue instalar cercados, bastante grandes. Entraban los animales, agotaban la hierba y rotaban al siguiente cercado.
Después de observar el deterioro de algunas zonas y con la intención de evitar el sobrepastoreo, decidió afinar la estrategia: “hemos reducido la superficie de los cercados, para tener un pastoreo más intensivo, pero muy pocos días”. El cambio fue notable y mejoró el estado de los pastos, “la hierba se regenera de forma mucho más rápida” y a diferencia del manejo inicial, evitaba el frecuente pisado del ganado y la consecuente erosión del suelo.
Además, afirma que pequeñas superficies divididas, mejoran el aprovechamiento herbáceo por parte del ganado, y en cambio, con cercados extensos, tienden a dejar plantas menos apetecibles. “Al entrar en un nuevo cercado, son selectivas y comen muy bien. Los primeros días son muy productivas. Pero a medida que van pasando los días, se va degradando el pasto y la producción disminuye. Obligar a comer todas las plantas cada día, repercute en una producción más lineal”, y esto influye directamente en la transformación láctica. “Para la producción de queso también es interesante, se evita así la variabilidad en el producto final”.
Después de muchos avances, han conseguido encontrar un equilibrio en el manejo del ganado, han aumentado la regeneración de pastos y mejorando el aprovechamiento forestal.
Actualmente, la finca tiene 50 ha (40 de bosque y 10 de cultivo), un total de 200 cabras y cuenta con la capacidad suficiente para abastecer el 80% de la alimentación del ganado.
La implicación de Marc i Carla está presente en todas las fases del proyecto: “Cerrar el ciclo desde la producción hasta la venta, sin intermediarios, permite relacionarse muy bien con el consumidor final”.
Tienen el producto certificado en distintas agrupaciones (CCPAE, Venta de proximitat y Formatge de pastor). Sin embargo confían firmemente en la venta directa: “Tu comercialización no está ligada a tener o no un sello”.
Aunque si algo realmente continúa conmoviendo a Marc, es el pastoreo: “Por recursos y romanticismo, también voy a pastar con ellas durante una buena época del año.”
REVISTA AE 51. “No hay agroecología sin producción ecológica”.
PRIMAVERA 2023.
SUSCRIPCIÓN ANUAL
ISSN: 2172-3117 DL: V-2052-2010