Hay dos corrientes muy marcadas dentro del ecofeminismo en lo referente a quién se incluye dentro de la consideración moral: las individualistas y las holistas. En las individualistas, me importa cada uno de los animales individuales, de las plantas individuales y cada uno de los seres humanos individuales. Las posturas holistas miran por el conjunto, por la especie, por el ecosistema…
Yo por ejemplo, individualmente he sido muy crítica con planteamientos que se fijan en si permanece la especie, el ecosistema… y ¿qué pasa con el individuo concreto? Porque a la vaca a la que tú matas el día que no te da leche, no deja de ser un ser que tiene sus propias ganas de vivir. Es en este caso, moralmente, donde nos estamos encontrando con un límite.
Sea como sea, es necesario que nos hablemos desde el cariño y el respeto, siempre, aunque también teniendo en cuenta que no toda opinión o todo acto es respetable de por sí. Es decir, no podría hablar desde el respeto hacia la opinión de un cazador o de un violador. Creo que sí es importante que dentro del feminismo nos tratemos desde la sororidad y desde los cuidados, pero teniendo en cuenta también las cositas que nos separan. Y en este tema de la explotación de los animales… llega a ser duro porque las personas que respetamos (en el sentido estricto del concepto) a los animales, el conversar con una persona cuya vida se basa en acabar con la vida de los animales, es difícil ■