Descendiente de mujeres y hombres ligados a la tierra y a los animales, Ana Corredoira ha crecido en una granja, en A Cernada, una aldea de 8 habitantes situada en el corazón de Galicia y con la que tiene un vínculo inseparable. “Es tan importante el apego al territorio como el apego a las personas”, comenta. Y por supuesto, a sus animales pues, “tenía clarísimo que quería ser ganadera. Y quería serlo para hacer lo que hacían mis padres: su trabajo era su forma de vida al igual que ahora para mí es una forma de vida más allá de lo profesional”.
Ana se licenció en Biología, porque sabía ―y así le habían enseñado― que podría aportar un valor a su proyecto. Y esa etapa universitaria fue realmente lo que le sirvió para reafirmarse: “Nuestra granja entró en un periodo de reconversión hacia una ganadería y agricultura ecológicas en 2002 y desde ese momento, mis padres desarrollaron un pequeño obrador para poder comercializar su propia leche y productos derivados. Ese proyecto de economía circular, de cierre de ciclo, desde la tierra hasta el consumidor… eso era lo que realmente deseaba”. Pero en 2014, falleció su padre, y supuso un momento de “condiciones personales complicadas y delicadas a nivel profesional. La verdad es que me sentí desbordada, no sabía muy bien cómo encajar el corto plazo con dos proyectos en marcha. Con toda la tristeza del mundo y un dolor que me ha acompañado durante años, tuvimos que cerrar las puertas del obrador”.
Pero ya ese mismo año, junto a su hermano, “nos pusimos a valorar cuál podía ser la fórmula para efectuar ese cierre de ciclo”. Y así surgió el vínculo con otra ganadera de la comarca, Marta Álvarez, propietaria de la Granja Maruxa, una granja ecológica en Monterroso (también en la comarca de Ulloa). Fruto de esta unión nace la cooperativa “Las Vacas de Ulloa”, “la iniciativa con la que ahora sí, hemos conseguido regresar a la calle con nuestros productos ―leche fresca ecológica Sen Máis―, con nuevas instalaciones y un proyecto súper bonito”. De hecho, han empezado a vender a finales de septiembre (2021). “El planteamiento inicial para la comercialización es de forma directa. Hemos comenzado por el radio más próximo a casa y a las granjas, con rutas de distribución por Lugo, A Coruña y Santiago. Llevamos la leche a pequeños establecimientos y tiendas y a grupos de consumo y gente que nos conoce directamente”. Se ha vuelto a reencontrar con “consumidores de la época de mis padres que nos felicitan. Es un cóctel de emociones sentir esto”, el legado que con mucho orgullo han vuelto a revivir.
Su rebaño de vacas de producción de leche es de alrededor 110 cabezas, “65 en este momento vacas en ordeño”. Tiene dos razas, la Frisona (produce más leche) y la Parda Alpina, introducida en 2013” con el objetivo de trabajar en materia de calidades nutricionales (en busca de los sólidos, la proteína y la grasa… en definitiva, crear ese perfil diferenciador)”. Gestionan una base territorial de unas 70 ha inscritas también en el Consello Regulador (CRAEGA). “Hacemos un pastoreo diario en el que las vacas de ordeño salen todos los días a pastar. En determinadas épocas están día y noche en el campo, y solamente cuando las condiciones no lo permiten, limitamos el acceso a pastos. En el resto del rebaño, las más pequeñas (que no están en producción), sí que realizamos un pastoreo los 365 días”.
Reivindica la profesionalidad del sector ganadero ecológico: “como cualquier otro profesional tenemos un código deontológico y nuestro deber es asegurar el bienestar de nuestros animales. Además, la certificación ecológica lleva implícitos dos aspectos muy importantes: el pastoreo y el bienestar animal. Esas dos cuestiones son inseparables de la producción ecológica”. También reivindica con pasión la vida rural: “Formo parte de una generación de jóvenes a los que se nos animaba a formarnos para irnos y así tener un futuro mejor. Es una connotación negativa que casi siempre va ligada al trabajo rural, incluso a la vida rural. Es duro cuando te preguntan: ¿Pero cómo tú, con una carrera, estás ordeñando vacas? Transformar estas actitudes es muy complicado. Y esto juega en contra del relevo generacional porque los proyectos de ganadería familiar son los que realmente se mantienen en el territorio. El hecho de cortar ese relevo ha significado una gran pérdida de trabajo en el medio rural y el sector agroganadero”.
Es socia fundadora de la Asociación Gallega de Mujeres de Cooperativas Agroalimentarias “Nós, As Mulleres”, “aquí en la comarca hay muchos proyectos liderados por mujeres. Es importante generar referentes para que las jóvenes, a la hora de decidir quedarse en un territorio, vean ejemplos, posibilidades y además, no se sientan solas”. Y puntualiza: “al final lo rural es muy bonito, pero hay que defenderlo: tenemos un problema demográfico, de conexiones, comunicaciones… y eso son desventajas competitivas frente a la urbe. Si queremos emprender nuestros proyectos y que tengan futuro, generar empleos, que venga gente… necesitamos apoyos y hay que reivindicarlos”. Y así seguirá Ana, con su legado que es mucho más que un rebaño y un obrador, es el espíritu transformador que mantiene vivo el entorno rural.
REVISTA AE 45. “Una salud, un planeta, un mundo rural diverso”.
Otoño 2021
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