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Cómo incluir semillas nativas en entornos agrícolas sin morir en el intento

El proyecto Interreg Sudoe Fleurs Locales estudia el uso de semillas nativas en entornos agrícolas como herramienta para ofrecer más y mejores servicios ecosistémicos, claves para una agricultura ecológica funcional.

EL POTENCIAL DE LAS SEMILLAS NATIVAS ES QUE OFRECE MÁS Y MEJOR SERVICIOS ECOSISTÉMICOS

El aprovechamiento que hacemos de la naturaleza causa, como sabemos, pérdida de biodiversidad y deterioro de los ecosistemas, más allá de amenazas como el calentamiento global. Por ello, en un contexto de crisis climática como el actual es más necesario si cabe revisar las prácticas agropecuarias que desarrollamos, principalmente cuando predominan los modelos hiperproductivistas, en los que el rendimiento es el único objetivo.

Debemos transitar hacia modelos a favor del medio ambiente, como paso clave para evitar destruir y empezar a recuperar. De hecho, si la biodiversidad no es un elemento central en nuestro sistema agrario, los modelos productivos se acaban desplomando a medio plazo. En esta transformación, los pasos han de ser seguros y constantes. Un recurso que Fundación Global Nature (FGN) lleva años explorando en esta línea es el uso de semillas nativas en entornos agrícolas, ya que ofrecen más y mejores servicios ecosistémicos, claves para una agricultura ecológica funcional: fomentan la polinización, mejoran la formación de suelos vivos y, sobre todo, suponen una gran contribución al control de plagas. Al utilizar semillas nativas, locales, los ecosistemas que se crean son más parecido a los del entorno, es decir, diversos, ricos y con un enorme potencial para albergar enemigos naturales de las plagas.

El trabajo que realiza Global Nature dentro del proyecto Interreg Sudoe Fleurs Locales, se une al de un panel de expertos de España, Francia y Portugal con el reto común de impulsar negocios verdes alrededor de estas semillas y establecer soluciones basadas en la naturaleza que resulten eficaces y rentables en labores de restauración ambiental. El proyecto contempla, además, una serie de fincas piloto en los tres países. Pero lo cierto es que, a pesar de los enormes beneficios potenciales, en la actualidad, usar estas semillas nativas es complejo, por motivos como la falta de disponibilidad de semillas, el coste que tienen o la falta de conocimiento.

En nuestro país, resulta incluso más difícil por una normativa que necesita ser revisada y actualizada (tanto la específica como la referente a la de restauración ambiental), para que en vez de suponer obstáculos a estos negocios verdes ayuden a generarlos y consolidarlos. De hecho, la normativa existente no suficiente, al no garantizar ni fomentar un papel activo de todos los actores implicados, públicos y privados, tanto en la producción, como en la multiplicación y uso de estas semillas. En esta misma línea, FGN realizó un webinar con protagonistas de las diversas variables y que contó con más de 250 interesados.

Entre las conclusiones, además, se identificó que la producción de semillas de variedades comerciales se realiza de manera deslocalizada y a gran escala, cuando para ser exitosa la producción de semillas nativas requiere de modelos de negocio locales, con volúmenes de producción mucho más pequeños.

Abaratar costes

En el proyecto Fleurs Locales, se ha descubierto que abaratar el coste de las semillas nativas es imprescindible para que los usuarios puedan emplearlas. Una mayor demanda genera, sin duda, más oferta, lo puede conllevar un descenso de los precios de mercado. Pero no es la única forma: la coordinación entre productores es otra de las vías exploradas en Fleurs Locales, centrada en la marca específica ‘Vegetal Local’, que ya funciona en Francia, país con un contexto legal avanzado para la comercialización. De hecho, es referente para España.

En este contexto, FGN está buscando nuevas fuentes potenciales de semillas nativas y trabaja ya en líneas experimentales: una es la siega de pastos con semilla y cuyas pacas se pueden transportar de un lugar a otro, de un pasto a otro, transfiriendo toda su obtención de semillas nativas; la otra, es la limpia de cereal ecológico, pues al separar el grano de la paja y otras semillas, se obtienen de manera casi gratuita un stock de semillas que podrían ser una fuente potencial para obtener las nativas. Los detalles están contados a través de sus protagonistas en un vídeo resumen en la web del proyecto (https://fleurslocales.eu/).

En síntesis, el reto de incluir semillas nativas en entorno agrícolas y no morir en el intento sigue siendo complicado. Es necesario seguir trabajando y hacerlo con bases sólidas. Al arrancar el proyecto Interreg Sudoe Fleurs Locales, por ejemplo, el equipo de FGN se topó con un inaudito desafío: la definición de las “semillas nativas”. Identificar este vacío y llegar a un consenso fue un paso decisivo para poder hablar de un “material de reproducción procedente de la flora autóctona que se recolecta lo más cerca posible de la zona de intervención y que mantiene las características fenotípicas y genotípicas de las poblaciones silvestres de la zona”. Al final, se trata de garantizar el potencial de estas semillas, que pasa por su gran capacidad de auto replicación y adaptación a la zona de la que “es nativa”. Y cada paso resulta esencial para conseguirlo.

Interreg Sudoe

El proyecto Fleurs Locales está cofinanciado por el Programa Interreg Sudoe y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional. Arrancó en mayo de 2020 y finalizará en abril 2023. Cuenta con un presupuesto de 1.593.690 €.

Los socios son, por un lado, de Francia Conservatoire d’Espaces Naturels d’Occitanie (CEN L-R) y Centre d’Initiatives pour Valoriser l’Agriculture et le Milieu rural Garrigues de Thau (FAB’LIM); por otro, de España Fundación Global Nature (FGN) y la empresa Semillas Silvestres; y, por último, de Portugal el Centro de Biologia Molecular e Ambiental da Universidad do Minho (CITAB-UM), el Instituto Nacional de Investigação Agrária e Veterinária (INIAV) y el Instituto Politécnico de Bragança (IPB).

Cada país cuenta con una serie de entidades asociadas (en total 21) cuya labor es asegurar la implicación del sector público y privado y el conocimiento científico y técnico necesario para conseguir los objetivos del proyecto. 

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